miércoles, 2 de marzo de 2011

CARTA DE UN ENTRENADOR DE BASE

Tengo hace algún tiempo una publicación que hizo un entrenador de futbol base y que a mi particularmente me dió que pensar sobre todo en lo que dice en su parte final. Como uno ya tiene sus años tengo que decir que tiene toda lógica lo que dice y a mi propia experiencia me remito. Cuando me encuentro con alguno de los incontables chavales hoy ya hombres que tuve la suerte de entrenar en su época de niñez y juventud sucede lo mas importante que es el recuerdo de las cosas agradables, de los momentos vividos y por supuesto que nadie se acuerda del puesto en que quedamos clasificados sino de otras vivencias y sobre todo pensar que aquellos niños se quedaron con lo positivo de lo que buenamente se trato de inculcarles. No siento ningún tipo de frustración por que ninguno llegase al Real Madrid o Barsa, pero si reconforta como persona una anécdota de tantas. Hace unos días alguien que nunca pensé ni que me reconociese me dijo: "Te acuerdas cuando me hablaste después de haber perdido un partido, (no te preocupes, el juego terminó, la vida sigue y si tu no te sientes mal sino que disfrutaste con lo que hiciste, yo estoy satisfecho).... pues recuerdo que aquello me hizo disfrutar del futbol y pensar que la vida es algo mas... desde entonces mi preocupación por hacerlo mal se convirtió en diversión en cada partido. Ya se que no iba a llegar lejos pero al menos conseguí disfrutar unos años" Pues no, de verdad que no lo recuerdo, pero vayamos a la publicación a la que me refiero, no vaya a ser que alguien me llame cualquier cosa menos guapo.

"Es tiempo ya, al acercarse el fin de la temporada futbolística, de dejar descansar en nuestros armarios esa bolsa que lleva grabada el nombre del equipo en el que jugamos, rebosante no sólo de material deportivo sino también de buenos recuerdos. Sin embargo, para mí este año es una situación especial. Tras varios ciclos como jugador y otros tantos como entrenador -monitor, responsable, o como me quieran denominar- esta etapa de mi vida se ha terminado. Y gracias a las tan diversas sensaciones y experiencias tenidas todos estos años saco, por encima de las demás, una conclusión que podrá parecer evidente, pero que no lo debe ser tanto a juzgar por el empeño con que es continuamente incumplida: el deporte está para pasarlo bien, y sólo por ello merece la pena. Lógicamente debe existir la competitividad y debe haber clases de equipos con mejores jugadores y peores, no quiero que me confundan.

Es gastado eso de que los entrenadores echen la culpa a los padres -'se piensan que su hijo es Messi'-, también lo es al contrario -'este entrenador no tiene ni idea'-. No nos engañemos, en general padres y entrenadores somos la misma persona en diferentes sitios; y a todos les puede el misma afán por ganar, por ser mejor, por destacar -o que lo hagan sus hijos en el caso de los padres-. Pero, ¿para qué? A todo el que tenga a bien leer este artículo le hago una propuesta: apuesto que en quince años cada uno de los jugadores a los que he entrenado, cuando me vean por la calle de nuevo, su primer pensamiento lo orientarán instintivamente a si conmigo estuvieron contentos, si jugaban o no, si se divirtieron o no, y después, y sólo de forma secundaria pensarán en si quedaron primeros, terceros, cuartos o quintos en la liga. Es más, digo que de esto último ni se acordarán.

¿Por qué, entonces, tanta tontería? Quizá porque el fútbol base no está para divertirse y formar, sino para llegar a ser profesional y salir en los periódicos deportivos Qué triste entonces, si esto es así lo mejor es huir corriendo, corriendo a otros deportes."



Cuanta razón llevas amigo. La apuesta la tienes ganada.

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